¿El cambio climático nos está trayendo más enfermedades? 

Andrés M. López-Pérez1, Hugo Mendoza2,3, Mónica Izquierdo-Suzán3 y Daniel Mendizábal4 

En los últimos años se han presentado muchos cambios en el mundo impulsados -en gran medida- por las actividades humanas.

Entre las consecuencias se incluye el cambio en los patrones climáticos globales caracterizados, entre otras cosas, en temperaturas y precipitaciones de agua más extremas. Esto a su vez ha favorecido la expansión de vectores transmisores de patógenos y el aumento de enfermedades en zonas donde no solían presentarse.

Las enfermedades transmitidas por vectores son causadas por distintos patógenos que incluyen virus, bacterias y protozoarios, y que se dispersan por medio de animales—en su mayoría artrópodos que se alimentan de sangre- llamados vectores como las chinches besuconas (también conocidas como triatominos), los mosquitos, garrapatas, los ácaros y las pulgas. Para entender cómo se comportan estas enfermedades en el mundo, hay que tener claro que tanto los agentes causales como los vectores son seres que poseen capacidades únicas para poder interactuar, reproducirse y persistir en el mundo. Por lo tanto, como en todos los seres vivos, la elección del lugar en el cual vivirán estará determinada por la capacidad de persistir y adaptarse a las características que presenta cada región o espacio geográfico. En otras palabras, cada especie debe tener las herramientas necesarias para interactuar con distintos factores como la forma y el relieve de los paisajes, el tipo de suelo y de vegetación, así como con las especies con las que potencialmente coexistirán. Uno de los factores que más fuertemente moldean el paisaje, la vegetación, y los animales presentes en una región, incluyendo vectores y patógenos, es el clima (por ejemplo, la temperatura y la cantidad de lluvia que cae). 

Existen muchos casos de asociaciones entre animales, vegetación y clima. Por ejemplo, hay una mayor cantidad de especies de ranas en lugares muy húmedos comparado con zonas áridas, o bien, los animales de gran tamaño (como los elefantes) no suelen vivir en selvas con una vegetación densa pero sí en planicies extensas y abiertas. Así mismo, seguro podemos recordar vívidamente cómo los molestos y constates ataques de mosquitos y garrapatas –que buscan alimentarse de sangre para sobrevivir– suelen asociarse a regiones y/o temporadas del año más calientes y húmedas. 

Entonces, el clima moldea diversas interacciones en la naturaleza incluyendo a los vectores y los patógenos que transmiten. Sin embargo, el clima también puede ser modificado por las actividades humanas que han estado relacionadas al “desarrollo” industrial y tecnológico. En este sentido, hablamos del cambio climático como uno de los principales fenómenos actuales que pone en riesgo a la salud de todos los organismos en el planeta.

Efecto del cambio climático en las enfermedades (Mónica Izquierdo-Suzán)

A mediados del siglo XIX, con el desarrollo y la invención de distintos medios para obtener energía a base de combustibles fósiles, como el carbón y los hidrocarburos, y a la expansión y el crecimiento acelerado de la población humana, se han dado condiciones promotoras para la desestabilización del patrón global del clima. Esto ha provocado un aumento de la temperatura media anual y la disminución de lluvias. En cualquier parte del mundo hoy en día es difícil negar estos efectos y es probable que la mayoría de nosotros hayamos sido testigos de estos cambios. Sólo hace falta pensar en la bella Xalapa y los cambios que esta región ha sufrido: menos lluvia, menos días con neblina espesa, menos bosques de niebla, más calor y… ¿qué creen?... ¡más mosquitos! y… ¡más casos causados por el virus del Dengue!

Aunque las cifras epidemiológicas no son muy claras en la ciudad de Xalapa, en 2023 muchos de nosotros estuvimos enfermos o tuvimos conocidos que se enfermaron de Dengue. A pesar de esto, los medios locales reportaron únicamente alrededor de cinco decenas de casos en la ciudad. A nivel estatal, las cifras del boletín epidemiológico de la secretaria de Salud del Gobierno Federal reportaron entre 2020 y 2022 un promedio anual de 1,500 casos de Dengue, mientras que en 2023 el número de casos aumentó alarmantemente a 10,480 casos.

Aunque hacen falta estudios en la región de Xalapa y en Veracruz para confirmar el efecto del cambio climático en el aumento de estos casos, es muy probable que esté relacionado con la subsecuente expansión de los vectores transmisores de dichas enfermedades. Esto se explica en parte por el efecto de la temperatura en la sobrevivencia y longevidad de los insectos vectores. Se ha estimado que el periodo que va de la alimentación a la puesta de huevos del mosquito Aedes aegypti, aumenta de 4 días a más de 6 días cuando la temperatura baja de 30º a 20º C, mientras que la longevidad se reduce considerablemente a temperaturas menores de 10º C (Rocklöv y Tozan 2019, Emerging Topics in Life Sciences).

Adicionalmente, otra enfermedad asociada a otro vector –y que también va en aumento en el estado de Veracruz– es el mal de Chagas. Esta enfermedad es causada por un protozoario (Trypanosoma cruzi) que se transmite por las chinches besuconas. En los últimos años la enfermedad se ha incrementado más del 150% en personas, con reportes anuales de 55 casos en el 2020, 125 casos en el 2021, 198 casos en el 2022 y finalmente 225 casos en el 2023.

Entonces, no hay duda de que el cambio climático y el calentamiento global son una realidad. Estudios como el de Martínez y otros investigadores (2023) señalaron en el documento “State and Perspectives of Climate Change in Mexico” que entre 1900 y 2022 la temperatura en México se ha incrementado entre 1.59 y 1.81º C. Mientras esta tendencia siga en el tiempo vamos a ser testigos de cambios mayores y climas más extremos. Seguramente, en un futuro no muy lejano, los habitantes de las zonas altas de los alrededores de Xalapa conocerán en persona al mosquito transmisor de Dengue. Sin embargo, aún hay oportunidades de revertir este futuro y para ello son necesarios esfuerzos individuales y colectivos tales como cambios de comportamiento de consumo excesivo, la disminución en la generación de residuos y la exigencia de políticas públicas que involucren a tomadores de decisiones en diferentes niveles (academia, gobierno y comunidad). Y quizá el cambio más importante está relacionado con la construcción de pensamientos más críticos encaminados a que la población humana cese en su crecimiento exponencial y con ello disminuyan los impactos negativos en el medio ambiente producto de la elevada demanda de recursos naturales. En Xalapa, basta voltear a ver el maravilloso bosque de niebla que nos rodea y que nos provee de agua y arropa en los días más calurosos para cuestionarnos a nivel personal si queremos que desaparezca y con ello aumenten las enfermedades como Dengue o Chagas. Urge meditar si queremos seguir las tendencias que rebasaran los límites que los ecosistemas y el mundo pueden soportar –donde la contaminación y las enfermedades sean más frecuentes cada día– o si deseamos un mundo más saludable. Las condiciones nos exigen pensar y sobre todo poner manos a la obra para encontrar formas de contribuir a la solución de estos problemas, ¿qué dices?

 

 "La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional"

 

Slider: mosquito en zona urbana (Mónica Izquierdo-Suzán)

1Red de Biología y Conservación de Vertebrados, INECOL A.C.; 2Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, UNAM; 3Instituto de Ecología, UNAM; 4Instituto de Investigaciones en Educación, UV.