Nuestros ancestros lo conocían como Cuetlachtli, cuyo significado del náhuatl es “ser animalesco que ataca” (Cui=atacar, tla=algo, ch=hacia, tli=animal), no obstante lo consideraban un animal especial. Era un símbolo de la guerra, representaba a Huitzilopochtli; además de los caballeros águila y los caballeros tigre, se reconocían a los “caballeros pardos” que usaban al lobo como su símbolo. Moctezuma tenía lobos en su zoológico. En el Templo Mayor, el lobo era considerado en los rituales como animal de sacrificio asociado a la realeza, el poder y la guerra.

El lobo ha sido reconocido como animal peligroso; debido a la disminución de presas nativas, estos depredadores no tuvieron elección más que cazar al ganado. Cerca de 1880, el programa de Control de Animales Depredadores y Roedores exterminó a todos los lobos del sureste de Estados Unidos en solo 11 años; ya para 1942 no se había visto ninguna población de lobos, pero algunos solitarios merodeaban o emigraron a México. En los años 1970’s, los ganaderos mexicanos usaron el producto químico 1080 para matar a los pocos lobos que aún quedaban; la eliminación del lobo en México se dio en 1982. Sin embargo, desde 1976, el gobierno de Estados Unidos lo había incluido en la Lista de Especies Amenazadas. Ya para 1982, junto con el gobierno mexicano formaron el Equipo para la Recuperación del Lobo Mexicano constituido por expertos, zoológicos e instituciones de investigación. Este grupo desarrolló el Programa de Reproducción en Cautiverio en 1987 con los últimos lobos capturados en Durango y Chihuahua. Gracias al Programa de Recuperación, hasta julio del 2017 se tienen registrados 356 lobos repartidos en 55 instituciones, de las cuales 19 están en México y 36 en Estados Unidos. Desde el inicio del Programa de Reproducción, el Instituto de Ecología, A.C. ha sido parte fundamental del Programa de Recuperación, que con apoyo del Ejido San Juan de Michis y el Rancho El Temazcal propiedad de la familia Herrera Ale, se construyeron tres albergues en la Reserva de la Biosfera La Michilía en Durango para la aclimatación de los lobos a las condiciones naturales. Estos albergues se encuentran a cargo de la Estación Biológica Piedra Herrada del Inecol, y con el gran apoyo del residente José Medina “Pepe”, se han rehabilitado y reproducido muchos lobos, y otros más se han adaptado a las condiciones ambientales y han sido liberados en Chihuahua y Sonora.

Junto con los lobos liberados en Estados Unidos desde 1998, ya se cuenta con un aproximado de 130 lobos en vida libre. Sin embargo muchos lobos han muerto atropellados, otros envenenados y varios por disparo. Aún falta mucha tarea y grandes esfuerzos por hacer en educación ambiental, información a los ganaderos y concientización de la importancia de los grandes depredadores para la conservación de los ecosistemas. Unos investigadores en Michigan, Estados Unidos, descubrieron que si se eliminan a los lobos que atacan al ganado en una zona, la depredación en ranchos

y granjas en un radio de 5 km se incrementará en un 22%. Esto debido a que los lobos desplazados por el temor de ser asesinados, migrarán a otras zonas sumándose a la población de los lobos de la segunda. Los investigadores de este trabajo recomiendan que en las granjas y ranchos se mantengan perros guardianes y/o alambrados con banderolas para ahuyentar a los depredadores y minimizar las pérdidas económicas.

En 1949, el naturalista Aldo Leopold escribió en su libro Almanaque del Condado Arenoso: Ahora sospecho que tal como la manada de ciervos vive en miedo mortal de sus lobos, la montaña vive en miedo mortal de sus ciervos. Y quizá con mayor causa, puesto que mientras un ciervo macho eliminado por lobos puede ser reemplazado en dos o tres años, un prado eliminado por demasiados ciervos podría no llegar a ser reemplazado en dos o tres décadas. Así mismo con las vacas. El ganadero que erradica a los lobos de su pradera no se da cuenta de que está asumiendo la tarea del lobo de reducir el tamaño del rebaño acorde a la pradera. No ha aprendido a pensar como una montaña. Es por ello que tenemos tierras erosionadas y ríos llevándose el futuro al mar.

El lobo gris mexicano está en crítico peligro de extinción y es de alta prioridad su conservación. El Inecol aporta un gran esfuerzo en su conservación desde hace más de 30 años. Aun es un reto y seguiremos con nuestro grano de arena para que el lobo siga siendo un símbolo de la guerra… contra de la extinción.

 

Fotografías

Imagen 1: Canis lupus

Imagen 2: Cráneo de lobo en ofrenda

Imagen 3:  José Medina “Pepe” capturando un lobezno para revisión veterinaria

Imagen 4: Colocación de banderolas en los alambrados “fladry” para ahuyentar a los lobos