La microbiota humana está principalmente conformada por bacterias, eucariotas y virus. El desequilibrio en el número o tipo de colonias bacterianas que habitan en el cuerpo humano se conoce como disbiosis o disbacteriosis.

En los últimos años, los científicos han descubierto la importancia de la microbiota en el mantenimiento de la salud y se investiga para entender mejor el efecto que tiene la disbiosis en diversas enfermedades como, la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o inflamatorias del intestino, inclusive se ha vinculado con enfermedades neuropsiquiátricas, como el autismo. Las bacterias que habitan el intestino producen metabolitos que entran al torrente sanguíneo por la absorción y la circulación enterohepática; logrando un efecto positivo en el humano, que incluyen la producción de vitaminas, así como acciones antiinflamatorias y antioxidantes. Diversos factores, como los hábitos alimenticios, el tratamiento con antibiótico, la genética, o los factores ambientales pueden influir en el equilibrio microbiano.

La identificación y cuantificación de la microbiota humana se llevaba a cabo haciendo cultivos en condiciones específicas, sin embargo, esta metodología no funciona para muchos microorganismos difíciles de aislar. La aparición de las nuevas estrategias de secuenciación masiva permite estudiar los microorganismos que no se habían podido analizar. Este campo emergente conocido como metagenómica, permite obtener secuencias genéticas de los diferentes microorganismos que habitan en cualquier sitio del cuerpo.

Se ha reportado que la mayor diversidad microbiana se encuentra en el tracto intestinal y en la boca, los filos bacterianos característicos de la microbiota del humano son cuatro: firmicutes, actinobacterias, bacteroidetes y proteobacterias. De acuerdo a la revisión realizada por Cho y Blazer en 2012, las actinobacterias son el principal filo bacteriano encontrado en el cabello, la cavidad nasal, la piel y el estómago; mientras que en el esofago, la cavidad oral, el colon y la vagina abundan los firmicutes. Cabe mencionar que estos datos son ilustrativos ya que los grupos bacterianos cambian si se sufre alguna enfermedad. Por ejemplo, en personas que padecen gastritis abundan las proteobacterias como Helicobacter pilori, en contraste en un estómago sano proliferan mayormente las actinobacterias.

A lo largo de la vida de los seres humanos se observan cambios en la microbiota, uno de los primeros estudios realizados en México mostró que los infantes menores a un año que nacieron por cesárea, mantienen como grupo dominante al filo de las actinobacterias, mientras que en los infantes nacidos por vía vaginal predominan los firmicutes desde los primeros meses. Del mismo modo, se han reportado diferencias en la microbiota de infantes alimentados con leche materna versus fórmula. Los lactantes ingieren alrededor de 800 mililitros de leche al día que contiene aproximadamente 100,000 a 10,000000 bacterias. La leche materna es generalmente aceptada como el mejor alimento para los recién nacidos, ya que contienen componentes bioactivos, como los oligosacáridos, que son importantes para la óptima colonización microbiana del intestino del infante, además de fortalecer el sistema inmune y evitar así la invasión de patógenos. Además, los oligosacáridos favorecen el crecimiento de bifidobacterias específicas, que tienen una relación simbiótica muy estrecha, ya que ciertas cepas particulares son las que ayudan a digerir la leche materna, asimismo los metabolitos producidos por las bifidobacterias son responsables de prender o apagar genes importantes para la respuesta inmunológica.

¿De qué forma podríamos mejorar nuestra microbiota? es decir, ¿podemos incrementar la cantidad de bacterias buenas en nuestro cuerpo? Los probióticos representan una alternativa. Los probióticos se definen como microorganismos vivos que consumidos en cantidades adecuadas podrían mejorar la salud, otros productos disponibles en el mercado son los prebióticos, que son compuestos que pueden fomentar el crecimiento de una especie intestinal sobre otra. Existen alimentos comercializados como probióticos, como los yogures y algunas bebidas fermentadas como el pulque. Los géneros de bacterias mayormente utilizados y comercializados como probióticos son Lactobacillus y Bifidobacterium. Diversos estudios clínicos, avalan el uso de probióticos para mejorar algunos padecimientos como la diarrea viral y la asociada a antibióticos. El uso de probióticos se considera seguro, aunque es necesario profundizar en su estudio, pues no ha demostrado ser curativo por sí solo.

Estamos expuestos a microorganismos desde antes de nacer, incluso se ha descubierto que poseemos un “aura” de bacterias con el que podrían identificarnos fácilmente, de forma similar a una huella dactilar. Es primordial tener en cuenta que en nuestro cuerpo existen bacterias “buenas” y “malas”, el equilibrio entre ellas es fundamental. Así que recuerden nunca estamos solos, nuestras bacterias nos acompañan.

  

Bibliografía consultada

1. Harmsen HJ, Wildeboer-Veloo AC, Raangs GC, Wagendorp AA, Klijn N, Bindels JG, et al. Analysis of intestinal flora development in breast-fed and formula-fed infants by using molecular identification and detection methods. J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2000;30: 61–67.

2. Meadow JF, Altrichter AE, Bateman AC, Stenson J, Brown GZ, Green JL, et al. Humans differ in their personal microbial cloud. PeerJ. 2015;3: e1258.

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