Aun cuando en México no ha sido completado un inventario de su biodiversidad, se encuentra dentro del ranquin de los primeros cinco países considerados como megadiversos (Llorente-Bousquets & Ocegueda, 2008), únicamente por debajo de Brasil, Colombia, China e Indonesia. La biodiversidad del capital natural mexicano se concentra particularmente en el conocimiento de 23,314 especies de plantas vasculares (Villaseñor, 2016), 1,150 especies de mamíferos, 864 especies de reptiles, 564 mamíferos y 376 anfibios (CONABIO, 2013).

Por ello, documentar la información existente de los recursos bióticos, sus aspectos ecológicos y usos tradicionales, debe ser considerada de alta prioridad para la investigación científica del país. Las colecciones nacionales de carácter científico juegan un papel imprescindible y mitigante al albergar y resguardar información de primera mano, de un número importante de especies que representan la biodiversidad a diferentes escalas geográficas. En este sentido, constituyen una importante fuente de información por resguardar el patrimonio natural de una región pequeña o de un país. También funcionan como un archivo histórico detallado de la vida pasada y presente del planeta, dado que allí se albergan numerosas muestras que nos permiten ver la ocurrencia de las especies en un lugar y tiempo espacial determinado. La preservación y resguardo de especímenes en colecciones y la información inherente a ellas, constituyen la base para diversos estudios desde los prácticamente taxonómicos y sistemáticos hasta los ecológicos, biogeográficos, etnobotánicos, filogenéticos, de impacto ambiental y conservación entre muchos más.

Estas colecciones biológicas de acuerdo con los grupos bióticos que albergan, se reconocen como: herbarios (algas, hongos, plantas), xilotecas (maderas), insectos (entomológicas), invertebrados (marinos y terrestres), vertebrados (peces, anfibios, reptiles, mamíferos) y colecciones vivas (ceparios, jardines botánicos, herpetarios y acuarios).

El trabajo relacionado con las colecciones consiste en la recolecta, preparación, identificación, curación (mantenimiento) y actualización taxonómica y nomenclatural de los ejemplares. Estos deben contener información de alta calidad que depende principalmente de la exactitud, amplitud y conservación de los datos tomados en el momento de su recolección. Con el desarrollo de la tecnología, recientemente se complementan con la existencia de bases de datos que resguardan de manera digital una réplica exacta de la información contenida en cada uno de ellos, lo que facilita además que ésta sea utilizada por un mayor número de usuarios. Esto permite planificar eficientemente las colecciones, disponer la consulta de ejemplares y publicaciones de una manera ágil; a ello contribuye también la expresión gráfica del contenido en Sistemas de Información Geográfica (SIG).

México destaca por conservar un acervo de 743 colecciones biológicas científicas, resguardados en 237 diferentes instituciones académicas de alto nivel (CONABIO, 2016). El Instituto de Ecología A.C. (INECOL), alberga las siguientes cinco colecciones debidamente respaldadas de forma íntegra o parcialmente, en bases digitalizadas de datos: Entomológica (IEXA), Hongos, Plantas vasculares (Herbarios IEB y XAL), Jardín Botánico “Fco. Javier Clavijero” y Maderas (Xiloteca “Faustino Miranda”). Por la calidad y número de ejemplares que contienen, estos acervos se ubican entre los más importantes del país, por tal motivo, se han convertido en centros de consulta imprescindibles para el estudio de la biodiversidad tanto de las regiones donde están ubicados como de otras áreas de la República.

 

Referencias bibliográficas

CONABIO. 2016. Colecciones biológicas científicas de México. Disponible en www.biodiversidad.gob.mx/especies/colecciones

Villaseñor, J.L. 2016. Catálogo de plantas vasculares nativas de México. Revista Mexicana de Biodiversidad 87: 559-902.