Sobre el sexado de muestras de animales silvestres en campo 

Carolina Valdespino y Laura Estefanía Prado-Ortiz

En la última versión de Casa Abierta del INECOL se mostraron al público varios métodos del estudio de vertebrados: invasivos y no invasivos. Los primeros consisten de trampas que permiten contener y tomar datos sobre los animales una vez que se han atrapado. Peso, tamaño, muestras de sangre o de pelo para análisis de ADN, son posibles después de esta contención. Entre las técnicas no invasivas están las cámaras trampa que hacen posible tener un registro gráfico de los animales; la búsqueda de huellas que los animales dejan en el suelo y que permiten saber a qué especie pertenecen; y también las búsqueda y colecta de excretas.

 

Igual que cuando vamos al médico y nos piden una muestra de sangre o de orina para saber si estamos enfermos de algo, la salud de los animales y otras informaciones de ellos se pueden saber a través del análisis de orina, sangre o excretas. Particularmente a través de la búsqueda, hallazgo y colecta de las últimas se puede obtener información sobre los sitios que acostumbran visitar individuos de una especie; qué tan abundante son y si a lo largo del año cambia esa abundancia y también es posible saber qué alimentos consumen. Para conseguir esta información se separan, utilizando un microscopio, los contenidos de material sólido que no digiere el animal: trozos de hueso, de cráneos, semillas, fibra de tallos vegetales, pelo de las presas consumidas, todo es posible de encontrar en una excreta. Esto ha hecho posible describir las dietas de muchas especies que no se pueden atrapar fácilmente. 

Sabemos por ejemplo que aproximadamente el 31 % de la alimentación de la nutria, un depredador tope del que hemos hablado anteriormente, consiste de acamalines y cangrejos; y que un 55 % lo conforman peces de varias especies. El 14% restante son insectos, reptiles y aves. El seguimiento a lo largo del año, colectándolas de campo a través de los meses, permite saber como cambia la dieta de acuerdo a las estaciones. Esto depende de qué tan abundantes o que tan fáciles de capturar son cada uno de estos tipos de presas. No solo eso, la dieta cambiará de acuerdo al lugar en el que se estudien los hábitos alimenticios de la nutria. 

Una parte fundamental del trabajo de un biólogo que no trabaja con animales que sean fácilmente visibles o que no se pueden atrapar, como son muchos carnívoros (zorros, coyotes, mapaches, nutrias); es la colecta de excretas de los animales. En un número previo hablamos de que es posible medir el grado de contaminación por metales pesados o por plaguicidas organoclorados en las excretas de animales y “diagnosticar” qué tan afectado está su hábitat. 

Un dato de interés para los biólogos que trabajamos con animales silvestres a través de la colecta de excretas, es el sexo del animal. Muchas características de los animales cambian de acuerdo a su sexo. Entre los mamíferos es común lo que se conoce como dimorfismo sexual, que puede verse reflejado en características físicas como el tamaño (generalmente los machos alcanzan mayor tamaño) o la presencia de ornamentos o caracteres de defensa como cuernos y astas. Pero el dimorfismo sexual también puede ocurrir en su comportamiento, como la territorialidad típica de los machos; la defensa de las crías propia de las hembras; y las actividades y sitios preferidos para alimentarse o las horas a las cuáles desarrollan estas conductas cada uno de los sexos. 

En muchos carnívoros como los mencionados arriba en los que existen conductas territoriales, la defensa de un terreno ante la presencia de otro individuo de la misma especie puede darse por ataques directos a los intrusos o por medio de señales químicas. Muchos carnívoros poseen en su cuerpo glándulas que producen sustancias químicas de aromas fuertes. Al presionar su cuerpo contra rocas, troncos, hierbas, estas sustancias olorosas impregnan las superficies y emiten el mensaje químico por tiempos prolongados. Los sitios son visitados periódicamente para renovar la señal. A través de estos olores los animales advierten, “desde este lugar en adelante hay un macho viviendo, aléjate” Otra forma de depósito de esos olores es a través de las excretas. Debido a que son producidas en el cuerpo de un animal, llevan información del sexo y la condición reproductiva: “Soy un macho y soy adulto en busca de una hembra para aparearme”. 

En un número previo de In Vivo comentamos sobre las hormonas que definen comportamientos característicos de cada sexo. La testosterona, habitualmente considerada como “hormona masculina” y los estrógenos que permiten comportamientos y cambios fisiológicos propios de las hembras. Describimos también cómo, cambios cíclicos en estas hormonas, definen los periodos reproductivos en los animales. Temporadas reproductivas, cuando la abundancia de recursos es mayor, responden a incrementos de estas hormonas en el torrente sanguíneo de los animales. Cubierta su función en el organismo, las hormonas son desechadas en la orina y las excretas y es por ello que podemos medir cambios a lo largo del año si colectamos estos restos. 

En un estudio realizado durante el último año tratamos de probar la factibilidad de “sexar” en el campo una excreta a través de la medición de estas hormonas. Debido a que ambos tipos de hormonas (testosterona y estrógenos) están presentes en hembras y machos, y a que sus concentraciones varían a lo largo de los ciclos reproductivos, fue necesario hacer medidas a través del año. Este trabajo es imposible en el campo porque no sabemos, de antemano, el sexo de cada muestra que colectamos. El trabajo de investigación con animales mantenidos en cautiverio permite está comprobación porque cada animal, su sexo, 

su edad y condición física se conocen por el personal que cuida de ellos. En ocasiones, como es el caso con las nutrias en el Acuario de Veracruz, los animales han sido entrenados para facilitar la colecta de muestras de sangre sin causar estrés, cuando es necesario. 

El seguimiento de los cambios hormonales de las excretas de todos los individuos mantenidos en el acuario permitió definir su ciclo reproductivo. Sabemos ya cuáles son los meses en que las hembras presentan incrementos en estrógenos, y por tanto son receptivas a la presencia de macho. También comprobamos que los machos presentan variación en las concentraciones de testosterona a lo largo del tiempo, es decir que no son reproductores continuos. Pudimos también diferenciar las concentraciones de estrógenos y testosterona fecal en ambos sexos a lo largo de ambos períodos: reproductivo y no reproductivo y, observar cambios de los individuos juveniles que están iniciando su edad reproductora. 

Esta información, en conjunto, es de suma utilidad para los trabajos que seguimos realizando con los animales en libertad. Es posible para nosotros ya efectuar diferenciaciones del sexo de las excretas colectadas en campo, lo cuál permitirá mayor precisión en las conclusiones a las que lleguemos en el estudio de esta especie. Si hay diferencia en los espacios que ocupan los individuos de cada sexo o si alguna de las excretas que colectemos pertenece a una hembra en estado de preñez hará posible definir con claridad el uso del hábitat. 

Existen otros métodos de sexado de excretas que no están basados en la determinación de los cambios hormonales. Esas metodologías, sin embargo, no son parte de las técnicas que manejamos en el laboratorio. Probablemente otros investigadores pronto escriban sobre sus hallazgos en esta área y complementes el conocimiento que tenemos de las nutrias, centinelas de los ríos de Veracruz.