¿Sabías qué el 70 % de los murciélagos se alimentan de insectos?

Karla L. Tapia-Fierro y Antonio Guillén Servent*

Los murciélagos son temidos por sus costumbres nocturnas y su probable asociación con enfermedades zoonóticas. Sin embargo, proporcionan servicios ambientales fundamentales, como la polinización y la dispersión de semillas.

El 70 % de ellos son insectívoros, y probablemente ejercen un papel importante como reguladores de las poblaciones de insectos que pueden ser plagas agrícolas y forestales, o vectores de enfermedades peligrosas, además de proporcionar el guano, un excelente fertilizante.

De las más de 1400 especies de murciélagos descritas en el mundo, 130 viven en México y este grupo, conforma una quinta parte de todos los mamíferos que existen en La Tierra. Son los únicos mamíferos capaces de desplazarse por vuelo batido, o sea por el empuje producido por el movimiento de alas. Sus alas son órganos homólogos a las patas delanteras de mamíferos cuadrúpedos o a nuestros brazos y manos. Los huesos de los dedos están muy alargados, y junto con los del brazo y la pierna, conforman una estructura de varillas que soportan una membrana de piel flexible y elástica, que forma la superficie de las alas. El pulgar es corto, y conserva la uña, que sirve para colgarse, arrastrarse, limpiarse y en algunos casos, para sostener la comida. El sistema musculoesquelético de las patas traseras de muchas especies tiene un diseño tipo mano de chango de retroexcavadora, que les permite sujetarse colgando del techo con la cabeza hacia abajo sin esfuerzo.

 

Fig 1. Las alas de los murciélagos consisten en una membrana elástica de piel sostenida por los huesos del brazo, la mano y la pierna. Los huesos de los dedos se han alargado de forma descomunal en el curso de la evolución, actuando como varillas que sostienen la membrana en la parte distal del ala (Fotografía: Antonio Guillén).

 

Hay una gran variedad de murciélagos en cuanto a tamaños, formas y colores. Se caracterizan por tener costumbres nocturnas, y en contra de la creencia popular, no son ciegos. Sin embargo, la visión no proporciona toda la información necesaria para volar en la oscuridad, y los murciélagos utilizan un sistema de percepción del espacio que, como el sonar empleado para la navegación, utiliza pulsos de ondas vibratorias, y que recibe el nombre de “ecolocación” o “biosonar”. Los pulsos de ecolocación son de alta frecuencia, y por tanto imperceptibles para el humano. Se producen por vibraciones de las cuerdas vocales de la laringe, y son emitidos por la boca o la nariz del murciélago. El sistema auditivo del murciélago recibe y analiza los ecos producidos por los objetos del medio, incluidas sus presas, calculando distancias, direcciones, formas y tamaños.

Los murciélagos tienen mala fama en algunas sociedades por la difusión de mitos con los que se les asocian asociados a lo misterioso y siniestro. Uno de los mitos más difundidos es el de los vampiros humanos, resultado de la fusión de la historia del príncipe Vlad III Drácula de Valaquia (región de la actual Rumanía, y vecina a Transilvania), el Empalador, con el encuentro de los europeos con los murciélagos vampiros de América, en la novela “Drácula”, del irlandés Bram Stoker. 

Es cierto que hay especies de murciélagos, los vampiros, que se alimentan de sangre de otros vertebrados, y pueden transmitir el virus de la rabia desde animales infectados. También es posible la transmisión de virus a otros animales silvestres cautivos, por exposición repetida en situaciones de hacinamiento con murciélagos, lo cual pudo ocurrir en el origen de la pandemia COVID-19 en el mercado de Wuhan, en China. Por ello, hay que vacunar al ganado en áreas con presencia de vampiros, e impedir la captura y cautiverio hacinado de animales silvestres para consumo humano. 

Fig 2. Los murciélagos insectívoros detectan a sus presas mediante el sistema de biosonar, para el cual emiten pulsos ultrasónicos por la nariz o la boca, tal como hace este murciélago de cara de fantasma (Fotografía: Jens Rydell y Antonio Guillén).

 

Sin embargo, los murciélagos no representan en general un peligro para la salud humana. En cambio, contribuyen a la salud de los ecosistemas y al bienestar humano como polinizadores, dispersores de semillas y reguladores de poblaciones de insectos. Un solo murciélago insectívoro puede consumir más de 300 insectos en una sola noche, y existen colonias de decenas de miles de individuos que pueden consumir millones de insectos. La mayoría de los murciélagos persiguen insectos voladores, a los cuales detectan con su sistema de ecolocación, y capturan directamente con la boca, o golpean como raqueta con las alas, o embolsan en la membrana de la cola. Existen sistemas de biosonar adaptados a detectar insectos en espacios abiertos, los cuales utilizan pulsos de baja frecuencia y gran duración, y otros a detectar insectos cerca de la vegetación, cuyos pulsos son más cortos y de mayor frecuencia. Hay especies que recogen a sus presas directamente de la superficie del suelo o de cuerpos de agua, utilizando pulsos extremadamente cortos y de gran anchura de banda.

 Está demostrado que la reducción de las poblaciones de insectos por parte de los murciélagos insectívoros provoca una reducción en los niveles de herbivoría en plantas de ecosistemas naturales y cultivos, y en algunos casos se ha documentado el beneficio sobre la producción agrícola. También hay evidencia de que los murciélagos consumen gran cantidad de insectos, principalmente mosquitos, que son transmisores de enfermedades, y en algunos casos se ha demostrado que reducen sus densidades. Los insectos consumidos y digeridos por los murciélagos insectívoros acaban depositados como excremento, principalmente en los refugios, entre ellos las cuevas, donde se cobijan sus colonias. Este excremento acumulado, conocido como guano, constituye un rico fertilizante que utilizan los agricultores locales y también la industria de la agricultura orgánica, resultando en un beneficio adicional que proporcionan los murciélagos insectívoros.

 

Slider: Este murcielaguito pescador recoge con sus patas una presa que flota sobre el agua. Un insecto que antes ha detectado con su sistema de ecolocación (Fotografía: Antonio Guillén y Jens Rydell).

 

* Red de Biología y Conservación de Vertebrados